sábado, 24 de enero de 2009

CAPITULO 8: HELGA LA ARDIENTE BESTIA DE LAS NIEVES

Era lunes o tal vez martes, no puedo precisarlo. Ese día jugamos béisbol con Max en la playa. Max sacó la pelota que le había regalado Gary Gilmour y jugamos toda la mañana sobre la arena. Cada vez que le lanzaba la pelota Max le decía oye Max ¿la curva número cinco? Y Max me respondía claro Sven la curva número cinco y entonces la mañana empezaba a oler a la curva número cinco y mierda, Max parecía no cansarse de lanzar la pelota hasta que yo le decía nuevamente oye Max esto mucha mierda, y Max me respondía efectivamente Sven esto es mucha mierda, y finalmente terminábamos rendidos sobre la arena, llenos de sudor, llenos de luz, de tedio, con ganas de una copa de whisky con mucho hielo, con ganas de quedarnos en el Café de Capitán Nirvana viendo pasar los días bajo el sol, esto es mucha mierda.
Después fuimos con Max al puerto. Entramos al Bar Osiris.
Las mesas estaban rotas. Había algunos vasos todavía con licor. El Osiris olía caballo viejo, a eructo, a labial barato. Nos sentamos en la barra y nos pusimos a hablar. Hacía un calor infernal. Las moscas revoloteaban a nuestro alrededor. Yo me senté en la esquina de la barra donde solíamos sentarnos con Amarilla cada vez que veníamos al puerto a ver los barcos blancos los domingos. A Amarilla le gustaba venir los domingos a ver los barcos blancos anclados en la bahía. Antes de venir al puerto íbamos a la Avenida Blanchot y comprábamos los diarios para ver la página de los caballos. Esas mañanas de domingo hablábamos de caballos. Tomábamos jugo de naranja en los parques y yo me dejaba llevar por el olor de las hojas secas que tenía la ciudad.
Después cogíamos el autobús rojo y nos veníamos con Amarilla al puerto. Siempre entrábamos al Bar Osiris a tomar una copa. Amarilla decía que no soportaba los domingos sin alcohol. Sentía que era mejor cruzar el mar de los días a bordo de una lata de cerveza o al interior de un vaso de vodka con hielo mientras el ventilador giraba sobre nuestras cabezas incesantemente y en la radio del Osiris sonaba Don’t Bother Me y entonces siempre llegaba un marino borracho a hablarnos en inglés, que pesadilla, Little child Little child common with me Little child y entonces yo le decía a Amarilla ¿nos vamos nena? Y ella decía no nene todavía no. Siempre nos quedábamos un rato más. Un rato más en el Bar Osiris viendo como pasaba la mañana del domingo por entre los hielos del vodka, por entre nuestras manos y mierda ¿nos vamos nena?, y ella no nene, todavía no y la cosa se ponía mas tediosa. La música penetraba al ambiente lentamente Little child common with me, vamos muñeca, claro muñeco vamos y por fin salimos del Osiris.
Luego íbamos al puerto a confundirnos con el olor a acpm de esos domingos. El acpm se pegaba a las palabras de Amarilla, a mi camisa de tigre triste, al cielo, a las nubes, a mi lata de Heineken, a los besos. Nos sentábamos a ver los barcos blancos de la bahía y Amarilla cantaba canciones tristes. En la tarde volvíamos a la ciudad un poco rotos, un poco inciertos, con las nalgas cansadas, con las miradas llenas de acpm, de cebolla, de gasolina, de vodka. Regresábamos a nuestros cuerpos llenos de arena, de espuma, de mierda de gaviotas, oliendo a pantano, café y contrabando. Siempre caíamos al mismo parque lleno de hojas secas y carros de perros calientes. El cielo siempre estaba triste. Los domingos al atardecer siempre olían a eso, a tristeza con acpm.
Claro. El parque. Las hojas secas. La tarde. Las babas de Amarilla. Las babas del día. Las hojas secas. Siempre nos apostábamos debajo del árbol donde en la niñez había construido una casa de madera con Leonid y Bayer, dos chicos con las rodillas rasgadas por las correas compradas en el almacén Ley. El parque. Las hojas secas.
Amarilla.
La conversación era siempre la misma. Le decía a Amarilla que en ese árbol construí mi primera casa de madera. Era un día de lluvia y había llegado del colegio con la cabeza echa un ocho porque no comprendía muy bien por qué los ángulos de los triángulos sumaban entre sí 80 grados no entendía nada de nada ni en las mañanas ni en las noches era una tarde de lluvia y tenía la cabeza al revés y junto a Bayer y a Leonid los otros dos mocosos con los que andaba nos pusimos a construir una casa de madera en el árbol recuerdo que el sol pegaba fuerte sobre nuestras cabezas y mientras íbamos pegando puntillas Bayer que era el más grande de los tres hablaba de que había que hacer una escalera especial para dejar subir a los fantasmas en las noches una puntilla aquí otra puntilla allá otra mas allá jueputa me machuque el dedo una cura Bayer échese babas muchas babas y diga sana que sana culito de rana si no sanas hoy sanarás mañana o más bien sana que sana culito de viejo si mamas hoy mamarás mañana dilo Sven dilo el caso es que duramos tres días armando la casa yo tuve que robarme una cuantas tablas de las camas de la casa por su parte Leonid desarmó la casa de su perro y Bayer desbarató el carro de madera de su hermano menor yo era el arquitecto y al tercer día se le metió la idea de que aquella casa iba a ser para la chica a la que unas semanas atrás no había podido decirle nada por culpa del Buick o de la Ford roja o del Chevy no recuerdo bien estaba mareado tenía un millón de babas metido en la garganta en los ojos tenía todo el cuerpo lleno de roticos de nalguitas de olorcitos del olorcito ese que producen las chicas a las tres de la tarde un olor entre el atún y las begonias un olor a yogurt de fresa y pan francés y habíamos declarado un estado de emergencia amorosa porque yo estaba enamorado de una chica que chupaba helado de vainilla con ron con pasas que compraba en la esquina en la tienda del señor Orson que siempre estaba fumando Derby en el mostrador y siempre nos decía hola muchachos cómo están hoy hay chocolates suizos baratos baraticos y nosotros solamente mirábamos la sección de revistas oiga Orson que tal la playmate de diciembre espectacular espectacular tiene un trasero y un bomper mejor que la camioneta donde llevo el mercado a tu mamá y entonces una noche cuando la noche de verano aplasta las nubes contra los techos tuve frente a frente a la chica que chupaba helado de vainilla con ron con pasas e iba a declarármele y esperé a que pasara la Ford roja pero nada uno nunca sabe cómo funciona la química del amor al poco rato apareció una Chevy de pronto con la Chevy me iba mejor pero definitivamente tenía un nudo de tráfico en la mitad del corazón y no había nada que hacer ya no me acuerdo muy bien por qué fue en todo caso diseñe una ventana que daba contra la calle donde vivía la vainilla una ventana especial para verla cuando salía a tomar su bus para el colegio pero los días pasaban y lo único que hacíamos allá arriba era fumar los cigarrillos malucos que Leonid le robaba a su padre mientras dormía y los días pasaban entre mucho humo de cigarrillo yo ya tenía la garganta raspada y la boca me sabía a licor porque Bayer un día llego con una botella de scotch amarillo y la destapó y el día empezó a oler a eso a whisky triste y el día se impregno con 74 grados de alcohol el sol era una naranja borracha en medio del jugo agrio de los días afuera llovía y las hojas secas no dejaban de caer y yo no dejaba de pensar en la vainilla en la deliciosa vainilla y solamente deseaba que estuviera junto a mi cerca de mi cerca del olor de las hojas secas cerca del mareo de scotch cerca de mi aliento quería quemarla decirle que había construido esa casa esa ventana sólo para ver cómo el viento levantaba su falda y para decirle también ojalá cerca del oído que sus calzones rosados me gustaban mucho y que quería colgarlos cerca de la ventana para que la casa de madera se impregnara con el olor de esos cucos de esos cuquitos rosados que seguramente su mamá los había comprado en la promoción que hacían que hacían los fines de semana en el supermercado hoy promoción de cucos rosados en la sección número cinco acérquese señora don Julio llega y usted no se puede perder la promoción y todas las señoras corrían apresuradamente parecían venados locos enredados en aquellas faldas azules amarillas negras rojas oiga mija mire que lindos cucos le combinan con el brasier voy a llevar cuatro para ti otro para tu hermana señora llega don Julio haga sus compras mierda se acabó la plata pero yo ya estaba aburrido de meter mi boca aquellos orines de perro hechos en Escocia que era como le decía Bayer al scotch y además ya me sabía de memoria la revista sueca que Leonid había traído para formar la biblioteca del club impresa en Estocolmo cuarenta páginas y una propaganda de cigarrillos suecos en la contraportada los cigarrillos en cambio ayudaban a mitigar la soledad de aquellas tardes de sol y tedio que pasaban por entre nuestros huesos lentamente como una canción lejana y triste el mundo era un inmenso balón de futbol y en cualquier momento alguien le podía dar una fuerte patada y todo se iba para la física mierda y los días eran grandes alargados panes que se iban descascarando con el paso del viento y de los minutos y no podíamos hacer nada por comer ese pan que se iba por entre nuestras manos por entre las gafas de Leonid por entre los mocos de Bayer que nunca se sonaba siempre andaba envuelto en su tejido de mocos era un moco triste pegado al pegote sucio de los días límpiate Bayer no me joda la vida Sven tome un poco de whisky entonces poco a poco la casa de madera se fue llenando de revistas suecas que Leonid fue clasificando por cucas color de pelo y tamaño de senos al mes ya nos sabíamos muy bien la lección a Helga la Ardiente Bestia de las Nieves en las mañanas era curioso pero sus enormes senos nos parecían algo del otro mundo a Leonid puedo jurarlo que la miopía le aumento mucho por esos días pensábamos que Helga trabajaba como mesera en alguna carretera sueca y por eso entre todos empezábamos a ahorrar nuestras monedas porque algún día íbamos a ir a visitar a Helga la Ardiente Bestia de las Nieves pero con Inga todo era diferente. Inga salía en las páginas centrales y ahí fue donde por primera vez Leonid se enamoró perdidamente y una tarde le escribimos a Inga al centro de sus nalgas rosadas a la punta de los triángulos agudos de sus senos y por primera vez entendimos a la perfección lo bello que era la geometría nosotros que tanto la odiábamos le escribimos una larga carta donde le decíamos que la amábamos sin haberla visto éramos tres chicos solitarios mocosos que teníamos las rodillas raspadas de tanto jugar fútbol sobre el pavimento que la amábamos que saber cómo respiraba cómo gritaba que nos mandará uno de sus alaridos aunque fuera un pelo un maldito y precioso pelo de su triangulo que nos enviara uno de sus griticos nocturnos nuestras palabras eran totalmente acuáticas liquidas húmedas y le dijimos que nos respondiera lo más rápido posible también le hicimos saber que aquí al otro lado del mundo había tres chicos dispuestos a dejar el scotch y los cigarrillos si ella Inga lo pedía los días pasaron y al cabo de unos meses recibimos una carta en un español mal redactado la carta la firmaba un tal Karl el editor de la revista y nos mandaba a decir que inga nos amaba mucho y que nos echáramos mertiolate en las raspaduras de las rodillas también decía que nos mandaba un beso de lengua a cada uno pero lo que más nos decepcionó fue que había un labial impreso en tinta negra y una letra de molde que decía fríamente Inga maldita sea ese día supimos que Inga era apenas una fotografía apenas un sello en serie de unos labios que se ponían sobre un papel blanco para que todos los chicos que hacían casas en los árboles alrededor del mundo soñaran con ella Inga la fotografía la fría fotografía entonces nos decepcionamos totalmente y clausuramos nuestras clases de cultura sueca para siempre no más no más entre tanto yo seguía soñando con la vainilla con esa vainilla que veía pasar todos los días por la ventana de la casa del árbol era extraño pero siempre que pasaba cerca del árbol el viento me dejaba ver sus cucos rosados y entonces fue Bayer o tal vez Leonid no me acuerdo muy bien el que dijo que hiciéramos una colección de calzones para colgarlos en la casa del árbol y creo que al principio cada uno hizo trampa yo le pagué a mi hermana para que me vendiera unos de sus cucos y me inventé alguna historia barata llegué y les dije oigan muchachos no me van a creer pero anoche me colé a la alcoba de la hija de Orson y mientras se duchaban le cogí uno de sus cucos pero que va pura paja pero Leonid fue el más descarado pues se robó un par del almacén en todo caso aquellos cucos no nos decían nada los de Leonid olían a algodón recién procesado hasta tenían el precio no había caso definitivamente queríamos unos cucos que olieran a sudor de sueños dulces y eternos de niñas en faldas de cuadros a niñas que comían helados a aquellas niñas que el viento despelucaba en las tardes de so mientras los perros ladraban y saltaban a su alrededor queríamos tener congelados aquellos aromas entre nuestros ojos para siempre o por lo menos mientras duraba el efecto de scotch tenerlos entre los pliegues de los días retenerlos entre palabra y palabra entre respiración y respiración entre los dientes y entre los dedos entre los pantalones entre la talla catorce y la talla quince eso era lo más importante en ese momento sentir que ese olor de alguna manera nos pertenecía y los días seguían pasando y cada vez más nos convencíamos que lo que los definitivamente eran los olores más que los colores en las mañanas el olor siempre era el mismo olía siempre a café recién preparado a jabón de espuma azul en todo caso era un olor que no incitaba a nada lo único que daban ganas era de quedarse en la cama leyendo más tarde se filtraba el olor de los perros y de las hojas secas de los parques era un olor que entraba por la ventanas y llegaba al fondo de los pulmones había algo en ese olor que me decía que allí había vida después me llegaba el eterno olor de mamá siempre olía a pan papá por su parte olía a carro tal vez Ford o a un Opel no sabría decirlo con exactitud un olor especial olía como a timón a asfalto caliente a carretera a llanta olía a algo así como un puñado de kilómetros las calles también tienen su olor a Amarilla no te desconcentres Amarilla que los olores son ese tejido invisible que conecta los recuerdos y los días mira Amarilla que cuando tu no estés mas junto a mi yo te recordaré mas por tu sudor que por tus palabras es muy importante esto que te estoy diciendo mi querida Amarilla y entonces ella me miraba y el domingo seguía oliendo a acpm con atún a hojas secas sobre el pavimento oye Sven dame otro cigarrillo claro Amarilla toma Amarilla las calles también tienen su olor las calles huelen a bicicletas dejadas en los antejardines eso es cuando uno está chico huelen a cadena de bicicleta a grasa a refresco a paleta de limón a árbol tal vez a punto huelen a muchas cosas se mezclan los olores de mamá su perfume de pan el aromad e papá el olor del perro el olor de las tres de la tarde cuando no hay nada que hacer Amarilla también huele a bus a gasolina huele a nubes apretadas fatigadas a cielo deprimido observa ese cielo Amarilla obsérvalo con esos ojos grandes huele ese cielo el olor de las calles siempre es el olor de la desolación todo parece quiero pero en el fondo todo está muerto todo parece feliz pero todo es infeliz uno cree que porque los chicos montan en bicicleta la felicidad anda por aquí y por allá pero nada de eso Amarilla nada de eso en el fondo todo es un engaño el olor de las calles nos mata lentamente nos atraviesa los huesos con precisión y nos dice que el tiempo está pasando por entre nuestros dedos y nuestros ojos y no hay nada que podamos hacer Amarilla el olor de los días es un océano invisible por donde vagamos sin saber dónde queda la costa ni los faros solamente somos islas que nos vemos intermitentemente cuando las olas bajan y entonces nos saludamos de isla a isla nos decimos hola observamos los rostros y luego cada cual se sumerge en su pequeña isla en su pequeño olor particular y se concentra en sus sudores en sus miedos en esos aromas que vienen de lo más profundo de los pantalones de los zapatos de los ojos es una especie de pecueca del alma Amarilla así como lo oyes una especia de pecueca del alma como si tuviéramos un millón de zapatos en la mitad del corazón que han andado todos los leves caminos de los días sin hallar nunca nada y luego en las noches los dejamos arrumados cerca de las palabras al otro día ese millón de zapatos negros vuelven a salir por todas las carreteras de tu rostro o del mío a hacerle autostop a la felicidad pero nada Amarilla nada recorren todos tus besos todas tus babas todas tus babas todas tus manos pero nadie ni nada los recoge siempre ese millón de zapatos va a estar con nosotros por eso a veces cuando me dices que oyes algo en mi corazón o en el tuyo no te engañes Amarilla con tus zapatos esos zapatos que llevas ahí dentro que hacen ruidos son tacones lejanos que se arrastran entre si te voy a contar otra cosa Amarilla te voy a contar a que huele esta maldita ciudad al principio me olía a parque tal vez a hojas secas llegaba a un parque y llenaba mis pulmones de hierba húmeda de banca de madera podía oler las pecas de los niños que se balanceaban en los columpios podía oler el olor de sus orines amarillos eran unos orines como todos olían a tasa blanca a calzoncillos baratos a tristeza en la boca del estomago ponme cuidado Amarilla cuando uno está niño los orines están por todos lados miras hacia arriba y las nubes te saben a orines hablas con otra chica y tus palabras te saben a orines es como si llevaras una eterna fuente de orines en todos los días de la niñez porque ese olor se pega en las bicicletas en las paletas en la cama en la pijama en el pan y en la chica que amas a veces eran orines flacos otras veces orines gordos pesados los flacos Amarilla eran los de la felicidad y cuando daban tarta de chocolate los días eran de orines flacos y cuando papá nos pegaba con su correa sobre nuestras nalgas rosadas eran días de orines gordos pero cuando veías a la chica que amabas en silencio en eterno silencio los orines se revolvían con tus palabras con tus dientes y sentías que eras una especie de acuario lleno de orines por donde nadaban tus más bellos sueños de aquí para allá mi pequeña Amarilla y por más que intentaba no me podía zafar del olor de la tristeza Amarilla es un olor que atraviesa toda la niñez.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

algunas cosas sin el ánimo de ofender:
1. este blog irrespeta los derechos de autor, es ilegal reproducir una obra protegida por derechos de autor.
2. poner una imagen de un gato con algo en la cabeza y decir que es pink tomate puede castrar la imaginación y puede ir en contra de la obra misma que en ningún momento describe con exactitud el aspecto físico de pink tomate.
3. es muy chévere poder leer el libro por capítulos en el pc, aunque... para mí fue bastante difícil leerlo en más de un día.

saludos y éxitos.

Tomas dijo...

Bueno creo que debo responder a tu comentario a pesar de que alguna vez ya había dado mis razones.
1. El autor de la obra Rafael Chaparro esta muerto, por lo tanto a pesar de que la obra esta protegida por derechos de autor no es el quien quien se lucrará con las ventas del libro o de las copias de cualquier forma que existan y que esten avaladas por lo dueños del copyright. Creo entonces, que en este caso la ley se hace ridicula y sin sentido. Por otro lado yo vivo en Moscú y aca puedo publicar lo que se me plasca cuando me se me plasca jejejeje.
2. Si la imagén de mi gato castra tu imaginación, en realidad me apena muchisimo por vos, ya que contas con una imaginación tan pobre y con una mente tan influenciable que dudo mucho que podas disfrutar del libro. Hay algo y es que algunas personas que conozco son tan influenciables como lo mostras vos que sos. Estas personas al leer este tipo de libros se empeliculan y se creen un montón de cosas. Te recomiendo que si no sos capaz de crear tus propias realidades y si algo tan simple afecta tu imaginación y posiblemente tu forma de ver las cosas (El solo ver a mi gato te creo una idea preconcebida del personaje de Madiedo) no leas este libro ni ningún otro que se le paresca. Lee primero algo que reafirme tu pensamiento y madure tu imaginación.
3. Este tercer comentario solo me pudo hacer esbozar una sonrisa. Me pone a pensar como tu pensamiento puede ser tan ambigüo que primero haces una referencia a la ilegalidad de la reproducción del libro y luego mandas al carajo todos tus principios morales y apoyas esta ilegalidad leyendola. jajajja
En serio, si crees tener la madurez suficiente para leer este libro y si en serio respetas tus principios morales compraté el libro ORIGINAL. Se conisigue en una librería por no mas de $13 dolares.
Mucha suerte y gracias por hacer tus comentarios publicos.

prisionero #12 dijo...

bueno en realidad creo que no es necesario agredirse así... mmm... en verdad creo que este blog es muy necesario, y ahy que agradecer, pues en muchos lugares es casi imposible encontrar el libro, así que leerlo en la pc es como una "bendición", con respecto a los derechos de autor... creoq ue deberíamos quejarnos si se tratara de un libro que se puede conseguir en la esquina, pero opio en las nubes... es demasiado "underground" como para comprarlo en cualquier lado... y con respecto al gato, jajaja en verdad me parece una figura bastante ridícula.... tanto que jamás podría llegar a creer que así luce el verdadero personaje de chaparro... creo que la imagen es demasiado tonta como para mezclarla con el libro pero... si el autor de este blog quiere ponerlo.. está en todo su derecho....

Ozzd dijo...

Buenas noches!!Lo primero quiero agradecer a esta persona que dedica su tiempo a colgar capitulo a capitulo de este ansiado libro, por que por mi parte le he dedicado mas tiempo a buscarlo que a muchos otros libros a leerlos.Segundo, a mi como si los cuelga frase por frase, y no creo que el señor chaparro le molestara mucho que su lectura se expandiese por todo el mundo aun muerto el.
Y tercero , tengo una duda, ¿cuanto capitulos tiene el libro?, es que lo he empezado a leer , pero creo que me voy a esperar a tenerlo entero para no soltarlo.
De nuevo 1000 gracias, desde España hacia Moscu.

Fmdo: Ozzd Frost Green

Anónimo dijo...

Un libro increíble... Excelente...! Pink Tomate puede tener la imagen que sea... Es genial!... Gracias a quien publica este blog... Es un regalo inmenso para todos nosotros...!

Amarilla dijo...

me gusta tu blog. quizás algunas personas creen que al morir Chaparro, Muere Opio.¬ gracias por darle vida a este gran libro!